Relato, HUMOR
Dicen que una vez hubo un Noruego llamado Erick Erickson que, acuciado por la alopecia e incapaz de soportar su condición de calvo, decidió seguir un viejo remedio Massai consistente en subir a la cumbre del Kilimanjaro, durante la primera luna llena del mes de Agosto, e introducir la cabeza en sus nieves perpetuas, desnudo y haciendo el pino, permaneciendo así una noche entera. Tras cumplir al pie de la letra el ritual y tras no pocas penurias, parece ser que el noruego Erickson vio cumplido su deseo al crecerle una tupida melena de león. Sin embargo tales hechos nunca fueron contrastados ya que al regreso de su aventura, Erickson fue atacado y devorado vivo por una manada de hienas hambrientas. Cuando al cabo del tiempo una expedición partió en busca del desaparecido noruego, del mismo no pudieron hallar más que un montón de huesos descompuestos, restos de su atuendo deportivo, sus gafas de sol y un amasijo revuelto que el guía nativo identificó como la melena de un joven león.